No logro encontrar el valor que me hace falta para afrontar los problemas. Prefiero tumbarme en la cama y llorar hasta caer rendida pensando que quizás, a la mañana siguiente, todo se solucione, como si de magia se tratara. Mi almohada guarda todas aquellas promesas que acordé cumplir, y las ilusiones destrozadas en millones de pedacitos. Aceptar las consecuencias es demasiado, complicado .
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